Novedades en torno al cambio climático

La semana pasada tuve el honor de participar en dos interesantes actividades: el Global Meeting de los responsables mundiales de medio ambiente de Ferrovial (uno de nuestros socios) en su universidad corporativa, y en la decimonovena edición del Global Conference on Environmental Taxation (GCET19). Voy a intentar cubrir en esta entrada los contenidos de mi presentación en el primero de los eventos. Dejo para la próxima semana, para evitar cargar este post con temas demasiado amplios y heterogéneos, una descripción de nuestra propuesta para la fiscalidad del uso del vehículo y de otras presentaciones y actividades del GCET19.

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Cuando Valentín Alfaya cursó la invitación a su Global Meeting me pidió que hablase de las novedades en el ámbito del cambio climático, para discutir después nuestro informe de escenarios para el sector energético español 2030-2050, el barómetro de transición energética de EfE y finalizar con una reflexión sobre medidas fiscales que puedan contribuir a la transición. En los vínculos anteriores pueden consultarse entradas del blog que tratan en profundidad la mayoría de esos asuntos, así que voy a centrarme en las ‘novedades’ sobre cambio climático. En cualquier caso creo que la presentación conjunta funciona relativamente bien: por qué la transición energética, cómo informarla adecuadamente, cómo está evolucionando y qué podemos hacer para intensificarla.

Que el verano de 2018 supuso un punto de inflexión sobre la percepción social del cambio climático en muchos lugares es bastante evidente. Las olas de calor, con temperaturas que alcanzaron más de 30 grados en el Ártico y -de forma sostenida- en buena parte del Norte de Europa y Japón, ocuparon portadas y noticiarios en medios internacionales. Algunos, como el prestigioso The Economist, incluso apuntaron el agravamiento y la creciente pérdida de control sobre el problema. Simultáneamente se produjeron, de forma algo más silenciosa, algunos desarrollos que merecen ser destacados.

El primero, tal y como recoge el pantallazo, la publicación en agosto de un artículo de investigación en la prestigiosa PNAS a cargo de reputados especialistas en la dinámica del cambio climático. Bajo el anodino título ‘Trayectorias del Sistema Terrestre en el Antropoceno’ se avanza la posibilidad de que los denominados ‘efectos de retroalimentación’ acaben intensificando el problema y reduzcan el margen de maniobra humano para su control. En esencia, las concentraciones atmosféricas de GEI que creíamos que gobernarían los procesos de cambio climático, y controlables a través de la mitigación de emisiones, pueden acabar produciendo resultados más graves de los esperados. Las implicaciones del artículo, bastante difundido durante la canícula europea, son obviamente muy preocupantes y agravan los temores sobre la capacidad de los mecanismos de París para protegernos de un desastre climático.

Un segundo asunto muy relevante es la importante subida de precios vivida durante este verano en el Sistema Europeo de Comercio de Emisiones (EU ETS en sus siglas en inglés). Ya me he referido en un post reciente a las razones detrás de este fenómeno y a que nos encontramos ante buenas noticias porque nos aproximamos a los daños sociales de las emisiones y al necesario cambio de ambiente para la innovación e inversión en tecnologías limpias. Las reacciones negativas no se han hecho esperar, sin embargo, incluyendo gobiernos (como el polaco), industria e incluso consumidores residenciales de electricidad en España.

La tercera cuestión relevante tiene que ver con otro sistema similar y que se está poniendo en marcha estos meses, el chino, al que también dediqué un post. Que China avance en esta dirección puede tener implicaciones globales muy profundas, vinculando su sistema con los existentes en otros lugares del mundo y reduciendo así las preocupaciones sobre la competitividad. Y a pesar de que en la reciente reunión de Bangkok, una cita intermedia entre la reunión primaveral de Bonn y la COP de finales de año instaurada por primera vez este septiembre, se siguieron manifestando muchas dificultades para la incorporación de los mecanismos de precio en el Acuerdo de París, un exitoso mercado chino podría tener fuertes efectos en la práctica.

La última cuestión a la que me referí tiene que ver con la principal economía del planeta, EE.UU. Allí la administración Trump, cuya salida del Acuerdo de París fue un dislate, sigue su proceso de desmantelamiento de la política climática federal. A finales de agosto el propio Trump anunció la sustitución del paquete legislativo de Obama conocido como ‘Clean Power Plan’ por la denominada ‘Affordable Clean Energy’, que cede a los estados capacidad decisoria sobre cuestiones energético-ambientales. Aunque este paquete busca en realidad mantener el mundo fósil en el cinturón central del país, también abre oportunidades a los estados que desean avanzar con rapidez en la descarbonización de sus economías. Así entre el 12 y el 14 de septiembre se celebró en San Francisco la Global Climate Action Summit, promovida entre otros por el estado de California, para avanzar en el papel de administraciones subcentrales y empresas en la consecución de los objetivos del Acuerdo de París. Se trató de una enmienda a la totalidad a la estrategia presidencial, con participación de los principales actores globales, y visualizó que serán muchos los que sigan dentro del régimen de París en EE.UU a pesar de Trump.

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