Los resultados de la cumbre de Katowice: el Libro de Reglas “progresa adecuadamente” pero la ambición política queda “para septiembre”

Contamos un año más con la valiosa entrada resumen de Miguel Muñoz (Iberdrola), participante habitual en las COPs, sobre lo ocurrido estas semanas en Katowice. El post incluye aportes de Gonzalo Sáenz de Miera.

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Tras concluir la Cumbre Climática de Katowice (COP 24), un año más se podría destacar la coexistencia de elementos positivos que muestran la capacidad de la comunidad internacional de alcanzar acuerdos y, al mismo tiempo, retos importantes sobre todo lo referido a ambición política y la urgencia en las respuestas ante la realidad del cambio climático. No obstante, teniendo en cuenta el contexto internacional (posición de Estados Unidos en el proceso, presiones de los países petroleros para minimizar referencias a escenarios IPCC…) el resultado puede considerarse más que satisfactorio.

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Siempre hay que empezar reconociendo los logros y en este sentido ha sido muy importante conseguir acordar gran parte del marco de reglas del Acuerdo de París (conocido comúnmente como Libro de Reglas). Este marco técnico es necesario para poner en marcha el gran entramado de objetivos y principios incluidos en el Acuerdo de París. Me atrevería a decir que no haberlo hecho habría puesto en peligro su propia existencia.

En este sentido, en las más de 130 páginas de texto técnico se definen criterios homogéneos y transparentes para que todos los países presenten sus compromisos climáticos, dentro de los documentos conocidos como “contribuciones climáticas” (o NDCs en la jerga). Estos documentos tendrán horizontes comunes de actuación, estructuras comparables, indicadores homogéneos que permitan seguir el grado de cumplimiento de los países. La información de todos estos compromisos será pública en un registro centralizado que contendrá información sobre actividades de mitigación y adaptación. Todas estas cuestiones constituyen un elemento básico para trasladar a la sociedad en general, y a los inversores en particular, las señales sobre la ambición de los objetivos climáticos y de los marcos políticos aprobados para su cumplimiento. Además, el hecho de que los países puedan analizar rigurosamente los compromisos entre ellos favorece claramente el clima de colaboración.

Desde el punto de vista del análisis y el diagnóstico también han sido muy importantes los acuerdos sobre las normas para realizar el diagnóstico global que se realizará en 2023 de acciones y distancia al cumplimiento de objetivos (Global stocktake). Este proceso es muy importante para alimentar la fase de debate de políticas climáticas y para dar las pistas sobre qué instituciones e informes tienen más poder para generar diagnósticos e influencia.

Muy destacable el lanzamiento del proceso para decidir el nuevo objetivo de financiación climática a nivel global en 2025 (para 2020 es de 100.000 millones de dólares). Tendrá que ser más ambicioso que el de 2020 y ya no es exclusivamente un flujo de países desarrollados a países en desarrollo. Si bien, tendrá que focalizarse en los problemas de los países en desarrollo y en la Agenda de Desarrollo Sostenible.

Se han aprobado muchas cuestiones para reforzar, operativizar y mejorar la información sobre la adaptación al cambio climático. También se han reforzado y concretado más las cuestiones de transferencia de tecnología y se ha creado un Comité de Cumplimiento del Acuerdo de París que supervisará todo el marco de ambición y actuaciones asociados, velando de alguna manera por que las partes cumplan con sus compromisos en todos los sentidos (por ejemplo, el envío de información de forma periódica y rigurosa).

No obstante, como se ha venido destacando, el Libro de Reglas no está completo. Se ha dejado para trabajar durante 2019 el detalle de lo que se conocen como mecanismos de cooperación (Artículo 6 del AP). Estos mecanismos se concibieron como un instrumento para ayudar a los países a cumplir objetivos a través de la “transferencia de emisiones”. Sin embargo, la complejidad técnica y política del tema y los choques de intereses entre países y sectores han hecho imposible acordar este marco, cuyo diseño implica importantes flujos económicos y señales de precio que pueden alterar los equilibrios de competitividad entre países.

En este ámbito las dos grandes posturas se podrían resumir de la siguiente manera. Un grupo liderado por la Unión Europea que buscaba un marco sólido e íntegro ambientalmente que permitiría intercambiar COmitigado sin menoscabar la señal de precio y, otro, integrado por países que buscan un marco más laxo que haría posible la venta de toneladas de CO2 mitigadas o absorbidas generando un flujo de proyectos asociados importante para su economía.

Más allá del proceso formal de negociaciones, se han echado en falta desde el punto de vista político grandes anuncios por parte de los países que indiquen hacia donde van a ir los compromisos políticos y las estrategias de largo plazo que tendrán que renovar y presentar respectivamente antes de 2020. Este tema se dejará para el evento del Secretario General de Naciones Unidas que se celebrará en septiembre de 2019 en Nueva York.

También habría sido importante haber incluido en los textos y las declaraciones políticas referencias más fuertes a las recomendaciones del informe del IPCC sobre el escenario para limitar la temperatura global un máximo de 1,5 oC. Los llamamientos del Secretario General a la urgencia y los resultados catastróficos derivados de un enfoque no ambicioso no fueron suficientes, por desgracia, para impulsar este tema.

Sin embargo, sería injusto decir que no hubo algunas señales políticas que impulsaron cierto grado de ambición. La Presidencia polaca de la COP consiguió sacar adelante tres Declaraciones muy importantes sobre transición justa, movilidad eléctrica y bosques. La fase política del Diálogo de Talanoa se cerraron con diálogos ministeriales muy productivos que concluyeron con un llamamiento a la ambición (“Call forAction”). Y la High Ambition Coalition, liderada por la UE desde su lanzamiento en la Cumbre Climática de París, emitió una Declaración política de apoyo a la ambición climáticacon referencias explícitas a la necesidad de avanzar hacia un escenario de 1,5 grados tal y como indica el IPCC, a revisar NDCs de forma ambiciosa y a aprobar estrategias de reducción de emisiones a largo plazo antes de 2020.

Por último, destacar el protagonismo de la sociedad civil en la cumbre tanto en eventos como en iniciativas y plataformas impulsadas. Más de 40 empresas y ONGs participaron formalmente en la fase de alto nivel del Diálogo de Talanoa con mensajes claros de ambición y optimismo. Fue muy importante toda la agenda de eventos promovidos por la rama de acción conocida como Agenda de Acción Global. La actividad de las coaliciones y organizaciones internacionales fue frenética y contribuyó decisivamente a dinamizar la cumbre con sus anuncios y paneles en todas las áreas (ej. We Mean Business, Powering Past Coal Alliance, World Business Council for Sustainable Development, IRENA, Corporate Leaders Group…). El propio informe sobre actividades en 2018 (Yearbook on climate action 2018), presentado por la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, ilustra esta tendencia con cifras muy claras.

Por destacar una de las múltiples iniciativas, me quedaría con una plataforma europea de ambición climática conocida “STEP UP NOW”. Se lanzó el 13 de diciembre en un evento presidido por Laurence Toubiana (CEO de la European Climate Foundation) con amplia presencia de empresas y ONGs. Se trata de una plataforma de acción climática de ámbito europeo que busca aglutinar apoyo de la sociedad civil en torno al objetivo de emisiones netas nulas de cara al intenso debate que tendrá lugar durante 2019 sobre la Estrategia europea de reducción de emisiones a 2050.

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