Los españoles y el cambio climático

Hace unos días se presentaron en en el Real Jardín Botánico de Madrid los resultados de la encuesta realizada por el Instituto Elcano sobre las actitudes de los españoles hacia el cambio climático y las estrategias correctoras. Tuve el privilegio de ser invitado al acto, junto con Carlos Sallé, los autores del estudio (Carmen González, Gonzalo Escribano y Lara Lázaro) y la Ministra para la Transición Ecológica, que cerró el evento. Esta entrada pretende ofrecer información sobre dicha encuesta pero, sobre todo, apuntar algunas reflexiones sobre el entorno socio-político actual y una comparativa con una investigación relacionada que se desarrolló hace casi diez años en mi etapa de Fedea.

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No voy a entrar en demasiado detalle sobre los resultados de la encuesta, ya muy bien descritos y comentados por los autores en el acto (ver vídeo), en el  blog de Elcano, en este artículo de The Conversation, o en la propia web específica del estudio (donde se puede descargar el informe completo). En esencia la encuesta muestra que los españoles creen muy mayoritariamente que el cambio climático existe y está causado por el hombre, que es la mayor amenaza a que se enfrenta el mundo y que los distintos países, incluyendo España, no están haciendo lo suficiente para afrontarlo. Los españoles, además, cuentan con una conciencia ecológica similar a la de los ciudadanos de la UE pero consideran que las responsabilidades de actuación ante el cambio climático están fundamentalmente en manos de empresas y gobiernos. Lo precedente ha llevado a algunos, como Anxo Sánchez, a apuntar que la principal prioridad del nuevo gobierno español debería ser afrontar este problema.

Después de las interesantes apreciaciones de Carlos Sallé, subrayando la importancia de que empresas y gobiernos conozcan en detalle las percepciones ciudadanas y que esto permita salir de la burbuja en que habitualmente nos encontramos, llegó mi turno. Y aunque intenté salir de mi espacio de comodidad preguntándome por qué esta cuestión tiene tan poca «saliencia» política en España en las recientes y sucesivas elecciones si es tan importante para los ciudadanos, en realidad buena parte de mi intervención se dedicó a interpretar los resultados del estudio de Elcano a la vista de una encuesta similar en la que participé hace años, y a las implicaciones en términos de políticas públicas.

En efecto, en 2011 publicamos un documento de trabajo titulado «Public preferences for climate policies: Evidence for Spain», coautorado con Michael Hanemann (entonces en UC Berkeley) y María Loureiro (U. Santiago) en el que aplicamos una encuesta presencial sobre una muestra representativa de la población española para abordar algunos de estos asuntos. Nuestros objetivos eran ciertamente algo distintos a los del estudio de Elcano, ya que se centraban en la exploración de alternativas viables para incorporar los costes del cambio climático en los precios de electricidad y gasolina/diésel de automoción. Sin embargo, también analizamos la relevancia que los españoles daban al problema del cambio climático, muy elevada incluso en un período de intensa crisis económica, y a la atribución de responsabilidades para su control. Como ahora, los grupos de enfoque que apoyaron la elaboración de la encuesta apuntaban a la concentración de responsabilidades en empresas y gobiernos. Una situación relativamente estable, por tanto.

Nuestro trabajo, que en realidad intentaba responder a una frustración profesional: por qué los impuestos energético-ambientales no habían sido aplicados en España cuando parecían tener todo a favor, señaló que los ciudadanos españoles no estaban contra estos instrumentos siempre y cuando garantizasen dos cosas: que se afectasen íntegramente a la lucha contra el cambio climático (para financiar alternativas renovables) y que no se produjesen beneficios extraordinarios en los sectores empresariales involucrados.

Ojalá que tanto nuestro estudio como este de Elcano, que explícitamente explora la popularidad (en general elevada) del uso del gasto público para ciertas actuaciones contra el cambio climático y también contempla pagos mayores aceptados en el impuesto de circulación con esta finalidad, sirvan para hacer «pasar de las palabras a los hechos» en nuestro país. Es por ello que también me referí en el jardín botánico a nuestro reciente informe sobre fiscalidad energético-ambiental, encargado por la Fundación Alternativas y presentado no hace mucho en el Congreso de los Diputados. Fiscalidad que podría contribuir de forma fundamental a ese necesario cambio a los hechos. Crucemos los dedos para que el gobierno que salga de las próximas elecciones haga caso a Anxo!

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