Mundos paralelos

Ayer estuve en una charla, organizada por Enerclub y el Comité Español del World Petroleum Council, en la que Aldo Flores Quiroga, secretario general del International Energy Forum, presentó su visión sobre Las Nuevas Tendencias de la Oferta y la Demanda Energética en el Mundo. Flores hizo una exposición brillante. Pero, la verdad, lo que se me quedó en la cabeza tras su charla no fueron sus mensajes, sino la idea de que en el sector energético conviven mundos paralelos, planos astrales que no se tocan.

A pesar de que Flores comenzó su charla hablando de que el mundo de la prospectiva energética es demasiado complaciente, yo creo que su presentación también lo fue, al presentar el business-as-usual más convencional. En este sentido, Flores representa a uno de esos mundos paralelos a los que me refería. En ese mundo se sitúan la Agencia Internacional de la Energía, BP, Shell, Exxon, o la OPEP. Para ellos, un supuesto básico es que, en 2040-2050, el 75% del suministro de energía seguirá siendo fósil. Las renovables no pintarán apenas, y la demanda de petróleo seguirá creciendo hasta los 110 millones de barriles al día. El gas seguirá creciendo a expensas del carbón. Nadie cuestiona estas grandes verdades. De hecho, Flores las situó en la categoría de “lo que sabemos ciertamente”. Sí, hay cierta incertidumbre sobre cuánto crecerá la demanda, sobre los nuevos flujos comerciales…pero eso son detalles.

El único punto de apertura a otro universo que mostró Flores fue, en respuesta a una de las preguntas. Alguien le preguntó que cuáles eran los factores de cambio en el sector, los que ni siquiera conocemos, los “cisnes negros”. Y a esto respondió, con buen criterio en mi opinión, que “el almacenamiento puede cambiarlo todo”. Pero que no sabemos ni cómo ni cuándo. Y eso parece motivo suficiente para ni siquiera considerarlo en sus tendencias.

En cambio, hay otro mundo, otro plano, en que lo único cierto es que el almacenamiento, y las renovables (sobre todo la solar) van a bajar sus costes drásticamente en los próximos años (ni siquiera décadas). Son las verdades de BNEF, o GTM Research. Esto llevará a futuros en los que el petróleo pintará bastante menos, y las renovables serán las reyes del mambo, probablemente junto con el gas, quizá en entornos distribuidos. Aunque, y esto es importante, es la tecnología la parte cierta de toda esta historia.

Porque hay un tercer universo paralelo, en el que la verdad dominante no es la tecnología, sino la necesidad de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero hasta niveles de 2 o 1,5ºC, tal como propone el Acuerdo de París. Este universo no se toca con el que nos contaba Flores (salvo quizá puntualmente en el escenario 450 de la IEA, o en el nuevo escenario que ha publicado recientemente Shell), y tampoco necesariamente con el universo renovable. En este plano astral la energía fósil sigue existiendo gracias a la captura y secuestro de carbono, pero también juegan un cierto papel las renovables o la eficiencia.

Los discursos y los futuros que se imaginan en cada uno de estos universos paralelos son radicalmente distintos, y muy difíciles de armonizar. Y lo digo porque, cuando cada universo formula sus escenarios basándose en “verdades” mutuamente incompatibles, es muy difícil llegar a consensos. La fe es difícil de cambiar.

Pero, desgraciadamente, la realidad es tozuda. Y ninguna de las “verdades” que soportan estos universos lo son. Todas son inciertas, en mayor o menor grado. Como decía hace poco, vivimos tiempos apasionantes en el sector energético, porque cualquiera de estos universos puede materializarse en los próximos años, o mezclas variables entre ellos. Decía Nils Bohr que “La predicción es muy difícil, sobre todo sobre el futuro”. Sir Karl Popper iba más allá y afirmaba que “por razones estrictamente lógicas, es imposible predecir el curso future de la historia”. Por eso me sigue sorprendiendo que ninguno de estos universos y sus representantes amplíen más sus miras y se preparen para cualquiera de estos futuros posibles, que no tiene por qué ser el que encaja con su verdad (a lo mejor sí lo están haciendo, pero prefieren seguir manteniendo el discurso público que les interesa).

En todo caso, quizá les viniera bien a todos un poco más de tratar de ponerse en el lugar del otro, y de cuestionar sus propias verdades inmutables. Por que si no, va a ser difícil llegar a un consenso sobre cómo gestionar la transición ordenada hacia cualquiera de esos futuros (sobre todo los más distintos al business-as-usual). En este sentido, hay que recordar que el futuro también dependerá de lo que hagamos nosotros, y de las condiciones que creemos para que algunos de ellos, más deseables, se hagan más probables. En segundo lugar, porque si no, algunos (eso sí, no sé cuáles) se van a pegar un tortazo morrocotudo.

Ya sé que no tiene nada que ver a primera vista, pero ahí os dejo un video que muestra lo que pasa cuando nos sacan de nuestras “verdades inmutables” y nos obligan a mirar el mundo desde otra perspectiva (gracias a Clara por la pista). A ver si se nos ocurre algo así para el sector energético :).

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