El modelo energético del futuro

El otro día participé en una reunión más que interesante con expertos (de los de verdad) del sector energético español, y uno de los temas que surgieron, como no podía ser de otra forma, fue el modelo de negocio y de regulación que tendremos en unos años, principalmente en el gas y la electricidad.

La conclusión que yo al menos me llevé es que vamos hacia un cambio de paradigma, a un modelo energético en el que el consumidor, y no el generador o el transportista, pasa a ser el centro de la actividad. Un modelo con mucha mayor participación de la generación distribuida y de la eficiencia energética, en el que al fin las utilities tradicionales evolucionan hacia empresas de servicios energéticos ofrecidos al consumidor de forma personalizada.

Claro, esto ya lo llevamos diciendo muchos años. Pero yo tengo la sensación de que el debate ya no está en si sucederá o no, sino en cuándo (y ya no se habla de 50 años, como con la fusión nuclear J). ¿Por qué ahora? Como ilustraba bien Fernando Ferrando hace unos meses en la serie de conferencias de la Cátedra BP en Comillas, cada vez hay más movimientos que hacen ver la cercanía del cambio: desarrollos tecnológicos como los de Tesla, apuestas como las de Google o Apple…informes como los ya citados en este blog en los últimos meses…el informe reciente de Bloomberg New Energy Finance…incluso la encíclica del Papa que propone cambios de comportamiento y actitud significativos.

Un buen resumen de la situación actual, y también del interés de los lectores, es este artículo del New Yorker que es de los más leídos de estos días en la red, y en el que de forma amena van desgranando estos elementos del modelo energético del futuro.

El artículo no plantea demasiadas novedades para los lectores de este blog. Como ya indicábamos en nuestro informe de 2011, las oportunidades para la eficiencia energética son muy abundantes y están por explotar. De hecho, no hace falta esperar a que baje el precio de los paneles solares para poder aprovechar las oportunidades de gestión a nivel distribuido. Pero sí hacen falta tres cuestiones fundamentales:

– En primer lugar, un cambio cultural tanto en las utilities tradicionales como en los consumidores. Por un lado, las utilities tiene que darse cuenta del cambio y reorientar su modelo de negocio en consecuencia (como ilustra Green Mountain Power). Pero no basta esto. Utilizando también otro ejemplo conocido, el de E.On, no es suficiente que la empresa señale su voluntad de cambio, hace falta que los clientes se lo crean. Y ahí hay un serio problema de confianza. Los consumidores tienen poca confianza en las utilities tradicionales, y cuando quieren cambiar, lo hacen a empresas «alternativas», posiblemente no porque les ofrezcan algo esencialmente distinto en el producto, sino en su relación.

– En segundo lugar, para que todo esto se movilice hace falta financiación. Y dinero hay, y las cuentas pueden salir (como indicaba nuestro informe). El problema es cómo hacer estas inversiones atractivas para consumidores y financiadores. En EEUU o Reino Unido ya ha habido avances en este sentido desde hace años (como lo de unir las inversiones en eficiencia a la hipoteca), que todavía no se han implantado en España.

– El tercer elemento fundamental es la regulación. Para que este modelo llegue antes que después hace falta que la regulación se vaya adaptando. Por supuesto, eso no quiere decir que la regulación se haga demasiado laxa para promover algunos elementos. El artículo del New Yorker que citaba acierta cuando habla de los modelos de retribución a las redes que no incentivan la innovación (sino todo lo contrario, al contrario de lo que propone por ejemplo Kiesling), pero vuelve a caer en la demagogia al hablar del autoconsumo. Desgraciadamente, parece que este tema se ha ideologizado tanto que ya no se puede compatibilizar ser un defensor de las renovables (como el que escribe) y a la vez defender una estructura de tarifas más correcta, aunque penalice el autoconsumo (con respecto a la situación actual, que no en absoluto).

A este respecto (el de la regulación) Fernando Ferrando en su presentación planteaba una aparente paradoja. Por un lado hablaba de la hora de la política, y la planificación, y por otro de la necesidad de estimular la innovación. ¿Cómo podemos combinar decisiones políticas planificadas de largo plazo con la creación de espacios para la innovación? ¿Y cómo diseñar incentivos adecuados sin a la vez generar rentas indebidas (como bien nos indicaba Tirole en su discurso de aceptación del Nobel de Economía, y hemos podido ver en casos como el sistema europeo de comercio de emisiones)?

En fin, todas ellas cuestiones apasionantes que seguro que dan para muchas más entradas de este blog y para más actividades de Economics for Energy.

4 comentarios en “El modelo energético del futuro

  1. Hola Pedro:

    Quizás al no haber dado más detalles, ha sido precisamente porque no lo desea, pero me arriesgo a preguntar. ¿Cuál fue esa reunión tan interesante y quiénes participaron en la misma? ¿Salió algún documento o resultado de ese grupo de expertos que sea público? Muchas gracias

    Un saludo,
    Pedro

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  2. Hola Pedro,
    Me parece muy interesante tu post. Ahora bien, el tema de la regulación, me parece que es mucho más complicado de lo que parece. Las decisiones en materia de energía deberían ser ajenas a los ciclos políticos, y no lo son. Vivimos con constantes cambios normativos, debido a las visiones cortoplacistas de cada gobierno, y me parece que tiene difícil solución mientras no exista un cambio de mentalidad. Quizá no es imprescindible un pacto de Estado pero sí una voluntad de nuestros gobernantes de entender que la energía es un bien básico, necesario, y por tanto requiere de una regulación más estable y no politizada.

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    • Totalmente de acuerdo, de hecho creo que lo que dices está en la línea de lo que planteo. Deberíamos tener una regulación no ideologizada, que desde unos planteamientos básicos ortodoxos vaya adaptándose a la realidad del mercado energético.

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