EPRG & CEEPR International Energy Policy Conference

La semana pasada asistí al EPRG & CEEPR International Energy Policy Conference, cuyo tema central para este año era “The Good Fight Against GHG Emissions”. Como siempre, esta es una conferencia que permite no sólo conocer lo que están haciendo nuestros colegas de EPRG y CEEPR, sino también sacar ideas interesantes para nuestra investigación futura.

La primera sesión, sobre enfoques pragmáticos para la reducción de emisiones a nivel global, se centró en el gas. Philip Lambert, de Lambert Energy Advisory, acusó a Europa (y en particular Alemania) de ser demasiado optimista con su apoyo a las renovables, en lugar de avanzar en la sustitución de carbón y petróleo por gas natural, mucho más asequible en su opinión. De hecho, piensa que habría que convencer a China de que se dejara de renovables y apostara por el gas para sustituir al carbón. En cambio, Nick Stansbury, de Legal&General (un fondo de inversión) defendió el uso de la biomasa (con CCS), sobre todo para transporte, como resultado de un análisis que han hecho con Baringa. También aseguró que una transición energética pragmática supondría una inversión muy elevada, pero tendría un coste muy asequible. Siempre, claro, que funcione la eficiencia energética, el reto habitual…La última intervención fue para Briony Worthington, de EdF (y miembro de la Cámara de los Lores), que discutió con Lambert sobre la cuestión de China: en su opinión, lo que tendría que hacer China, dado que no tiene suficiente gas autóctono, y la dependencia energética es muy importante para ellos, es invertir en renovables, pero también en nueva nuclear como sustituto del carbón. La apuesta por la nuclear de hecho fue un tema recurrente en toda la conferencia. Lo que ninguno fue capaz de ofrecer fue una solución para la India. O cómo hacer que África utilice el abundante gas que tiene, en lugar de exportarlo a los países desarrollados.

La segunda sesión, sobre el mix energético del futuro y el papel del hidrógeno, me la perdí, desgraciadamente, pero por una buena razón :). Estuve en BP explicando nuestro trabajo sobre descarbonización de la industria, muy relevante para el Outlook de BP. Sobre esto ya he hablado en alguna ocasión, pero me permito recordar los dos documentos de trabajo que tenemos publicados en la web: El futuro de las materias primas en España, y una revisión de las tecnologías disponibles, y también los documentos resultantes de nuestro trabajo en la Climate Friendly Materials Platform.

La tercera sesión contó con la intervención de John Parsons, buen amigo de MIT, que está actualmente analizando las necesidades de almacenamiento estacional para el futuro sistema eléctrico de New England y Nueva York. Su principal mensaje es que hace falta mover mucha electricidad del invierno al verano en esta región (al menos mientras no se electrifique la calefacción en los edificios), y para ello comparó el gas con CCS con la importación de hidro desde Quebec. Su conclusión es que el CCS tiene un modelo de negocio muy incierto, porque compite con alternativas con gran incertidumbre regulatoria (los permisos para la red de transporte desde Canadá, y el nivel de descarbonización exigido). No tiene claro que nadie quiera invertir así, salvo que las inversiones sean más flexibles (por ejemplo, térmicas preparadas para CCS). A continuación, Mark Davis, de Capterio, nos ilustró sobre las consecuencias en términos de emisiones de las fugas de metano, del flaring y del venting. La verdad es que las cifras que mostró son espectaculares, quizá demasiado. Según él, el flaring, venting, y fugas emiten una cantidad de CO2 equivalente igual a la que resulta del uso del gas natural a nivel global, con Rusia y EEUU como principales responsables. Para reducir esto propone sistemas de certificación, algo que ilustró con un mapa muy interesante sobre países «buenos» y «malos» en este sentido.

En la mesa redonda sobre los beneficios de la electrificación lo más interesante fue la presentación de Mike Hemsley del informe del Climate Change Committee británico, del que espero poder hacer un resumen próximamente. Lo más relevante: no consideran factible un net-zero de la economía británica para 2050, sólo llegan al 96% de reducciòn…

El segundo día, David Reiner, Chris Knittel hablaron de comunicación y pedagogía, mientras que Rob Ritz habló de incentivos para la gestión empresarial. Lo más interesante de la charla de Knittel fue el proyecto Roosevelt, liderado por Ernie Moniz; y su estimación del impuesto del CO2 que sería necesario para sustituir las actuales políticas como CAFE o estándares renovables. El impuesto equivalente podría ser muy bajo (7$ en 2020 y 20$ en 2025), aunque me temo que no tiene en cuenta que los consumidores no tienen por qué responder a este impuesto de forma óptima…David Reiner mostró la poca confianza que tiene la sociedad británica en los distintos agentes (gobierno, empresas, incluso organizaciones ecologistas o Greta Thunberg), algo muy importante a la hora de transmitir mensajes sobre cambio climático. Sólo se salvan Sir David Attenborough (con un nivel de confianza abrumador, algo que por ejemplo quizá explique el impacto de su reciente intervención en la COP), y en algo menor medida, la RSPB. Rainer también ilustró la polarización política de la conversación sobre cambio climático, sobre todo en EEUU, algo que también mencionó Knittel.

La última sesión versó sobre transporte y calefacción. Sobre transporte, Alexander Landia, de Mobility House, nos contó su propuesta para V2G, también con cifras sorprendentes: según él, un vehículo eléctrico que aproveche de forma óptima su potencial de almacenamiento podría ganar hasta 6.000 euros al año por este servicio. No lo tengo nada claro, la verdad, no creo que ese mercado dé para tanto…sería interesante hacer una estimación más imparcial de este potencial beneficio. Vasileios Charitopoulos, estudiante de doctorado de EPRG, nos contó sobre su análisis de cómo descarbonizar la calefacción en UK (que supone un 37% de sus emisiones de CO2), con la conclusión de que la electrificación tiene muchos problemas, fundamentalmente relacionados con el aumento de la demanda de electricidad, y que el hidrógeno parece mucho más interesante, siempre que se resuelvan los problemas de confianza de los usuarios en este nuevo combustible. Finalmente, David Keith, en la presentación más inspiradora, nos contó su análisis sobre el uso que se hace de los vehículos eléctricos e híbridos en Massachusetts. Varios resultados interesantes: las compras de híbridos están casi 100% relacionadas con el precio de la gasolina, no así los BEV o PHEV; los BEV (no los Tesla) se conducen mucho menos km al año, mientras que los PHEV se conducen de forma similar a los híbridos (algo muy razonable, y distinto de lo que ha encontrado Lucas Davis); y la explicación más sólida para esto es básicamente la menor autonomía de los BEVs (y en menor medida que se compran como segundo coche). Su conclusión: que los beneficios ambientales de los BEVs (que a su vez determinan las subvenciones) deberían ponderarse por los km recorridos, al menos hasta que no aumente la autonomía. Y conclusión para nuestros modelos y análisis: no podemos suponer que los VEs recorren los mismos km que los convencionales, lo que esencialmente aumenta su coste anual.

En resumen, un viaje que ha valido la pena para ver qué se está haciendo por centros similares al nuestro, y también para sacar ideas para investigación futura:
– Sobre el uso de los VE, no necesariamente equivalente al de los vehículos convencionales;
– Sobre la importancia de la calefacción, y las implicaciones para la demanda eléctrica, que sería interesante analizar despacio para España;
– Sobre las consecuencias de las fugas de metano para la competitividad carbón-gas;
– Sobre los beneficios de V2G, sobre todo en un nivel de penetración elevado;

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